Mávila Huertas: 'Creo que soy, en esencia, reportera'

Nuevo programa. La periodista conduce desde hoy N Especiales y habla del libro sobre Pedro Suárez Vértiz. “He querido rendir un homenaje a los sobrevivientes (de los 80)”.

Mávila Huertas asume desde hoy (a las 9 p.m.) la conducción de N Especiales, que ocupa el horario del programa que tuvo Jaime de Althaus por 18 años. “Es un tremendo reto y al mismo tiempo es una oportunidad. Es una etapa distinta de mi trabajo que llega en el momento que tenía que llegar. También le agregaremos temas propios, trabajo de calle, enlaces en vivo”, nos dice por teléfono la periodista, quien acaba de presentar su libro ‘Pedro’, inspirado en el rockero Pedro Suárez Vértiz y en la décadas de los ochenta.

En el libro, hablas de cómo ‘sobrevivieron’ a la época.

Sí y el arte era correr un riesgo, ni imaginar el surgimiento de una estrella de rock en ese contexto. Es su historia pero también la de una generación, en un contexto nostálgico si quieres, para gente de mi edad, tengo 46 años. Quise rendir un homenaje a los sobrevivientes, nos hemos hecho adultos en un ambiente de desesperanza. También estamos hablando de la peor crisis económica y en el 87 cuando sale el disco de Arena Hash, la inflación era tan grande, pero vendieron 120 mil ejemplares. Es un fenómeno que va más allá del cariño.

Por esos años había el rock de protesta y había el de Arena Hash, que era más ligero. ¿Cuál fue la conexión con el público?

Pedro ha sabido reinventarse también. Es un gran compositor de música muy cercana a la gente. Muchos grupos lo miraban por encima del hombro y decían: “uy, pero es música muy comercial”. Así que vuelvo al entorno: en medio de esa desesperanza, la juventud pudo encontrar en estas letras fáciles un poco de escape ¿no? En esas letras pegajosas ya teníamos derecho a soñar. Era música para poder vivir nuestra edad, lo merecíamos.

Has escrito libros, has dirigido documentales, ¿eres más comunicadora que periodista?

No, soy comunicadora, he estudiado Comunicaciones pero yo creo que mi esencia es ser reportera. Creo que es lo que he sido toda mi vida en distintas facetas. ¿Si las noticias pueden ‘envenenar’? Creo que en medio de todo, he tratado de no dejar que esa sensibilidad muera y (puedo) mantener la posición de observadora, ser un filtro en realidad.

En tus redes, te has explayado, a veces, más. Como cuando escribiste sobre Nadine Heredia, que “ni la cadena perpetua” arreglaría el daño.

Sí, sentí mucho dolor porque me tocó cubrir la elección de Ollanta Humala. Y recuerdo que comentábamos la esperanza que tenía la gente del sur en ese gobierno, pero al mismo tiempo, éramos conscientes de que las promesas no se iban a poder plasmar en la realidad. Era como un final anticipado. Pensé que yo había visto el proceso y no me parece justo jugar con las ilusiones. El instinto te lleva a saber cuándo debes decirlo y cuándo observar hasta que el cuadro esté completo.

¿Sigues pensando lo mismo después de que entrevistaste a Angie Arizaga, que no ibas a permitir “desangrar” a un entrevistado?

Ese caso fue particular. Yo sabía que esta chica había salido de una terapia psicológica y sentía que estaba bajo mucha presión. Sentí que había un grupo de gente que quería que la ponga contra la pared. Como ser humano, no podía arrinconar a una chica emocionalmente frágil en ese momento. Porque sí le hago la pregunta, era obligatoria y ella sabía que la íbamos a hacer. Lo otro ya era obligarla y juzgarla.

¿Y ahora?

Hoy la veo bien, me da gusto verla, creo que es una chica que ha crecido, que ha madurado a patadas, que ha aprendido también, que se ha prometido no repetir experiencias que no tiene por qué soportar y tolerar. Es fácil criticar, pero cuando tienes contacto directo con el entrevistado, solo tú sabes lo que te va diciendo tu sensibilidad, dónde cruzas la línea para hacer daño gratuitamente. Es completamente distinto entrevistar a un político cuestionado, acostumbrado a entrevistas agresivas. De repente,si hoy hablaramos, podría ir un poco más allá porque es una persona fortalecida. Entiendo que había gente ávida por verla llorar y alzar el dedo acusador, pero te juro que yo no lo iba a hacer.

 

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