El Perú juega Champions en la gastronomía

“(El jamón) es el mejor producto del mundo. Está demostrado que es un producto sano, que la grasa que tiene el jamón ibérico es buena. Es un animal que se ha creado en libertad. Pero, como todo, no podemos abusar”, señala el experto en jamón premium.

“Yo soy Enrique Tomás” es la inscripción que lleva bordada en su polo negro. ¿Pero quién es Enrique Tomás? Se define como “un niño de 52 años”, que a los 16 años tuvo un sueño con el jamón ibérico y hoy ese sueño lo ha multiplicado por 109, que se traduce en el número de tiendas con su nombre alrededor del planeta, una de ellas en Lima.

Su mamá vendía jamón en el mercado y debajo del mostrador estaba él, en una canasta, con días de nacido. Le daba de amamantar y seguía atendiendo al público. Estudió hasta los 12 años, quiso ser camionero, jugador como Johan Cruyff y jugó al tenis profesionalmente. Pero pudo más el peso de la historia familiar: vender. Eso sí, fue el único de 11 hermanos que con el jamón edificó algo parecido a un imperio.

Me cita en un elegante hotel de San Isidro. Viste polera, zapatillas y pantalón sport; trae una mochila, la barba crecida y luce ligeramente despeinado por el viento. Subraya que si bien tuvo un Porsche, ya pasó esa etapa de comprar y ahora valora la paz, que encuentra en Badalona, donde nació y vive. Es un pueblo de 300 mil habitantes, pegado a la ciudad de Barcelona, de cara al mar, desde donde sigue soñando. “El sueño es ponerle nombre al jamón en el mundo, que la gente pida 100 gramos de Enrique Tomás”, me dice con voz rasposa. No sabe cantar ni pintar, pero donde no hay nada, él crea una idea. Es un hacedor de negocios, un artista de la perseverancia.

-Eres de Barcelona, pero el jamón es una bandera de España. ¿O no?
Es la única bandera que nos une a todos. Es lo único en lo que estamos verdaderamente de acuerdo. El jamón es como la selección española, que en el mundial nos pone de acuerdo a todos (risas).

-¿Dónde está la magia del jamón?
Es el mejor producto del mundo, sin ninguna duda. No hay ningún producto, por mucho que te guste, que puedas comerlo todo el día. Si yo te pongo jamón, no te darás cuenta y lo comerás.
En tiempos de prudencia alimenticia, ¿qué hacemos con tanto jamón?
Está demostrado que el jamón es un producto sano, cardiosaludable, que la grasa que tiene el jamón ibérico es buena. Es un animal que se ha creado en libertad, que ha comido buenos productos. Pero, como todo, está clarísimo que no podemos abusar.

-Recordemos tu encuentro con el jamón.
A los 8 años, en la tienda de mis padres, encontré el jamón. El sábado yo no iba al colegio y ese día era el 50% de la venta. Me ponía a trabajar. Me di cuenta de que el jamón era algo más que un alimento. Pero es a los 16 años que monté mi primer negocio. Noté que había mucho que hacer en el mundo del jamón. Incluso, hemos conseguido que la Real Academia Española reconozca la palabra ‘jamonería’. El jamón no es para quitarte el hambre, sino para obtener placer.

-¿El amor al sabor del jamón fue a primera vista?
Escribí un libro que se llama Grandes mentiras del jamón, y yo digo: no solo me gusta, como todos los días jamón; vaya al restaurante que vaya, si hay jamón lo pido, porque lo disfruto. Lo que estoy viviendo lo visualicé a los 16 años. Y hoy miro hacia adelante y sé que vamos a crecer mucho. Pero también sé que hay que disfrutar del camino. La vida es el camino.

-“Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”, escribió Antonio Machado.
Y John Lennon también dijo: la vida es lo que pasa mientras tú planificas lo que es la vida. Siempre hay la sensación de que hay algo más importante de lo que estás haciendo en ese momento. A nadie le importa el presente, joder, pero es lo único que hay.

-Vamos al presente. ¿Cómo reconocer un buen jamón?
Si lo miras, es rojo y blanco. Allá decimos como el Athletic, de Bilbao o de Madrid.

-¿El precio es un indicador?
Si alguien es muy malo fabricando, va a fabricar muy caro, va a querer ponerle un margen y lo que venga al final será un desastre, y encima ganará poco. Lo lógico es que el jamón serrano sea más barato que el ibérico y que el jamón ibérico sea más barato que el jamón ibérico de bellota. Es habitual que te guste más el jamón ibérico que el de bellota, porque es más suave. Pero es muy raro que te guste más un jamón serrano que uno ibérico.

-¿Y en Perú cómo crees que sea la respuesta?
Hay un interés por la gastronomía tan bestia, que estoy convencido de que el jamón ibérico de bellota es el que va a gustar más. Hay un mercado muy exigente.

-¿Esa exigencia se corresponde con la gastronomía que tenemos?
Al día de hoy, el Perú juega Champions en la gastronomía. Tener dos restaurantes entre los 10 mejores del mundo dice todo. Ese interés por la gastronomía va a hacer que nosotros, más vale, lo hagamos bien.

-Dices que eres un filósofo de alma. ¿En las ventas hay filosofía?
Sin duda. Sí a la presión, no a la tensión. Y el jamón tiene un punto de emoción.

-El jamón es una celebración.
Sin la menor duda. Un tío cortando un jamón es un evento. Si tuvieras un jamón aquí...

-Se acaba la entrevista.
(Risas). Bueno no, no te darás cuenta y comerás mientras sigues con la entrevista.

-Hoy que tienes más de 100 tiendas, ¿cuál es la motivación más allá del dinero?
El dinero es una consecuencia. Soy rico desde los 12 años, porque soñé bajito. Fui empresario, porque lo vi en casa y supuse que era lo que tenía que hacer. Muchos fondos de inversión me quieren comprar la empresa. Si fuera por dinero, la habría vendido. No quiero parecer demagogo: el dinero es importante, pero no es lo más importante. Lo es la familia, sentirte bien contigo y tener paz. Si alguien tiene un barco que vale 100 millones de dólares, es un pobre hombre.

AUTOFICHA

-“Soy Enrique Tomás Ruiz. Tengo 52 años, nací el 28 de setiembre del 66, en Badalona, donde vivo actualmente, que está pegado a Barcelona. Es un pueblo de 300 mil habitantes. Estudié hasta que acabé la enseñanza general básica. Después, a trabajar. Detrás de un mostrador se aprende mucho”.

-“De los 11 hermanos, soy el único que creó una empresa. Todos mis hermanos son tenderos. Alguno de ellos intentó crear una empresa y no le fue suficientemente bien. Tengo tres hijos y soy abuelo. Ya pasé la etapa de comprar cosas materiales, valoro la paz”.

-“Yo sería como el tenista Emilio Sánchez Vicario, porque él ganaba los partidos por pesado. Lo mío es la perseverancia. Me caigo y me levanto, me caigo y me levanto, y me vuelvo a levantar. Todo me ha costado mucho siempre. Pero créeme que me hubiera gustado ganar a la primera (risas)”.