Agua potable: añeja demanda aún no resuelta

Los políticos trajinan con ese clamor, pero los cilindros, como hace más de medio siglo, continúan erguidos a la espera de los aguateros.

Un “Monumento al Cilindro”, el recipiente vital en todas las barriadas de Lima han levantado los comeños en una plazuela de su distrito. Es un recuerdo permanente de las angustiosas jornadas de sus primeros tiempos en las áridas pampas de Comas, cuando carecer de un cilindro, significaba, y aún significa, sed y privaciones.

Con esas líneas inicié una nota hace 54 años publicada en la revista 7 Días del Perú y del Mundo, suplemento dominical del prestigioso diario LA PRENSA, que dirigía don Pedro Beltrán Espantoso, destacado periodista, político y empresario.

Fue el año 1967 cuando llegué hasta el parque “El Progreso”, donde vi que los moradores habían erigido un “Monumento al Cilindro”, en homenaje a ese recipiente vital para el día a día, ante la ausencia de agua potable y desagüe.

Otro párrafo de la nota decía: El “Monumento al Cilindro” levantado en Comas en el parque “El Progreso” significa mucho más para ese pueblo que todavía vive pendiente del agua que contiene su cilindro. De él depende su vida misma y el lujo de humedecerse el rostro al levantarse o al medio día, más para refrescarse que por higiene.

Efectivamente. Han pasado 54 años y si usted recorre hoy los asentamientos (antes llamados barriadas) de Lima Norte, Lima Centro y Lima Este, observará como se yerguen los cilindros delante de las modestas viviendas a la espera de los aguateros (camiones cisterna).

No asoman ni redes de agua potable ni de alcantarillado…pasan los años y la población de la capital crece, estimándose en millón y medio a dos millones de personas que adolecen de esos servicios elementales.

Es de esperar que el nuevo gobierno tome conciencia de este añejo clamor y mejore así la calidad de vida de niños, jóvenes y adultos que no merecen vivir en  condiciones paupérrimas. Entre tanto, el cilindro se mantendrá como aliado inseparable de esas familias.

Por Julio Alzola Castillo.